Y... ¿qué podemos contar...

Y... ¿qué podemos contar
de ese hombre, niño, Titán,
al que de nombre Nino,
todo el mundo bautizaba?
Cuando me dijo:
"¿Quien me puede asegurar
que Cristo no fue gitano?"
Y se fue él, tras luchar
contra esa enfermedad
que aún hoy no tiene cura.
V.I.H. la llaman.
Una "peste" que dejó
en su porte de boxeo
el escuálido, también, porte,
de lo que en sí era reconocible.
El, antes, sabía cuadrar
los límites, de sus hechos,
de sus hazañas, y,
¿por qué no?
Golferías de un muchacho
que buscaba, ante todo,
la Justicia.
Ya fuera, dentro o fuera,
en prisión o en Libertad.
Su manera era leal.
Ser leal a quién lo fuera.
Y si hay Resurrección,
en Kiev seguirá luchando,
ya a los pocos años
contra la injusticia
de quien piensa
que la palabra Justicia,
es palabra privada,
y puede nacer de ella
su contraria,
por mor de labores negras
y mentiras asesinas.
Nino, de tí me acuerdo,
pero no es la nostalgia
lo que inspira estos versos.
Es tu vida lo que fue.
Lucha entera y verdadera
por sobrevivir sin pausa
sin prisa por la quimera.
Pero la droga atrapó
tu cuerpo
y, allá, tu cabeza.
Y no pude detenerte
ni detenerla, tampoco, a ella.
Esa mala prostituta
que por precio
exige vidas
para alimentar quimeras.
Droga mala. Mala droga.
Aún tendré que decir
verdades como grandezas
cuando contra tí se lucha
como se lucha en la guerra.
26/07/06